lunes, 25 de octubre de 2010

Breve Historia del baile flamenco por Eva Peña, profesora de baile en la Escuela de la Peña 'Amigos del Cante'.

Este artículo está escrito con la intención de dar a conocer a los alumnos de la Escuela de Baile, una Breve Historia del Baile Flamenco haciendo referencia a algunos de los nombres imprescindibles que deben conocer ya que han marcado el baile dejando una huella indeleble.
Por supuesto hay muchos más; ahora bien, espero que en un futuro ellos mismos sientan la curiosidad de profundizar en las maravillosas carreras artísticas de nuestros bailarines-bailaores y descubran otros muchos nombres que también dejaron un legado importante, del cual nos nutrimos los bailaores actuales.
Eva Peña.

Desde el baile de Candil…

El resplandor de la luna alumbraba aquellos primeros bailes en los patios de las tabernas o de las casas, pero cuándo no aparecía la luna se alumbraban con candiles de aceite, así, aquellos bailes de la gente del pueblo pasaron a llamarse “bailes de candil”.
Se acompañaban de panderos, bandurrias, laúdes y otros instrumentos populares y se bailaba el jaleo, el olé y sobre todo el fandango.
Los flamencólogos denominan estas reuniones como bailes folclóricos que separan del “flamenco de candil”, donde el cante y la guitarra son protagonistas; ya no participa todo grupo, sino unos ejecutan y los demás escuchan. Se amplían entonces los cantes al romance, la caña o la seguidilla. Hablamos del siglo XIX.
Aparecen las academias de baile con danzas entre el folclore de los bailes de candil y un incipiente flamenco, el zorongo, el vito… El famoso cantaor de la época Silverio habla de los “bailes de palillos”, jota, gallegada.
El estudioso Blas Vega da cuenta de éstas primeras academias de baile en los años 40 del siglo XIX.
Sucediendo a los bailes de candil están los “corrales”: casas-corrales en las que se realizan reuniones flamencas.
Posteriormente aparecen los Cafés Cantantes y con ellos la evolución del baile, con lo que podríamos llamar ya un “cuadro flamenco”.
El baile se beneficia y evoluciona en la técnica, suenan nombres cómo el Estampío, Antonio el de Bilbao o Faíco en hombres, en mujeres La Malena o la Macarrona.
Se baila mucho por tangos pero también por tientos, caracoles, farruca o garrotín. La mujer bailaba de cintura para arriba y el hombre zapateaba.
Escribía Rafael Marín:
La mujer para que sea una buena bailaora, lo que más le adorna es tener buenos brazos, moverlos con mucha soltura sin que se vea en ellos agarrotamiento, y toda su fuerza física consiste en que de cintura para arriba sean sus movimientos flexibles. Una cara picaresca y un cuerpo bonito y flexible hacen que con poco trabajo resulte buen efecto.
La bailaora que se propase a efectuar con los pies trabajo que más bien es de hombre, lleva mucho perdido, pues al hacer cuenta con aquellos, pierden el cuerpo y los brazos toda su gracia; ese se contrae y los brazos se caen a los esfuerzos hechos con un ejercicio que no es adecuado a su sexo.
Con semejante declaración de principios que hoy escandalizarían a cualquier bailaora, sentaba la diferencia de baile en ambos sexos, algo que desde luego afectó a bailaoras del momento cómo la Macarrona y la Malena que tuvieron que defender su trabajo en un entorno a veces difícil.
Dos bailaoras que cultivaron una rivalidad que benefició a ambas, por que las dos eran buenas bailaoras en diferentes estilos y fueron las más famosas de la época.
También destacar a Rosario la Mejorana, madre de una de las grandes cómo será Pastora Imperio.
De la Mejorana se dijo que fue la primera en levantar los brazos bailando y así revolucionó el baile de la época según el estudioso Fernando Quiñones.
En los Cafés Cantantes empiezan a aparecer los cantantes de cuplés y los flamencos pasan a las fiestas privadas, a las ventas o a los colmaos, dónde el baile quedaba en un segundo plano. Aunque también ocurrió un hecho muy importante, los flamencos empiezan a actuar en los teatros.
Acabando el siglo, el baile de las Zambras en las cuevas del Sacromonte, tiene características muy peculiares. Cuevas moriscas donde la mujer baila con el pelo suelto. Para la bailaora Matilde Coral: “una de las raíces más profundas de la escuela de baile andalusí, el más primitivo, el más morisco”.
Destacan tres danzas en la Zambra: la alboreá, la cachucha y la mosca, si bien hay más girando en torno al ritual de la boda gitana.

En el siguiente enlace puedes terminar de leer, descargar o imprimir el artículo completo de Eva Peña: ''Historia del Baile flamenco'.